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La organización de los Pittsburgh Pirates cayó detrás del resto de franquicias en términos de tendencias analíticas, con devastadoras consecuencias. Pero ponerse al día es solo la mitad de la solución.
Desde hace muchos años, al inicio de esta década, ya éramos conocedores de que el antiguo General Manager Neal Huntington estaba intentando contar las cartas en la mesa de blackjack sobre cómo iban a lograr que los Pirates fueran más competitivos sin tomar riesgos, y por supuesto, avanzando más allá de la vanguardia actual en sabermetrics. Eso les condujo a ser líderes en la revolución del shift defensivo, así como en materia de pitching reclamation projects.
Sin embargo, de forma infame, la previsible carrera de Neal Huntington como crupier (manejando a un equipo de mercado pequeño mientras compite contra mercados más grandes) llegó a su fin después de 2015, y se vio todavía más afectada por la desgraciada caída que provocó el hecho de hacer negocios de una forma totalmente obsoleta.
Entonces, ¿ahora qué?
A Ben Cherington le fue encargada la misión de proveer de nuevo a los Pirates de cierto empaque. Eso conllevó la destitución del manager Clint Hurdle, así como la llegada de Derek Shelton con su renovador mensaje, además de una inyección de rejuvenecimiento en el vestuario. Los managers jóvenes son la última moda. El temprano reinado de Cherington también conllevó la destitución del pitching coach Ray Searage y la unanimidad a la hora de establecer a Oscar Marín como nuevo encargado del pitcheo, teniendo en cuenta su mentalidad enfocada en el análisis de datos. Los lanzadores analizados por datos son la última moda. Cherington procedió a traspasar al jardinero central Starling Marte por lo que muchos creen que podrían ser dos prospectos con un alto potencial, en lugar de hacerlo por talento listo para las Grandes Ligas. Los potenciales prospectos y la acumulación de talento también son la última moda.
El equipo y la organización se están poniendo al día, y ya han alcanzado al resto de franquicias en algunas categorías. La cuestión ahora es como avanzar hasta una posición preferente, estando en mitad de la manada.
Creo que la respuesta se encuentra en algún punto intermedio entre otra revolución en el césped, combinada con una nueva forma de hacer negocios desde el Front Office, la cual solo ha sido hipotética por el momento.
Por un lado, la revolución del HR continúa evolucionando a medida que los bateadores siguen desarrollando su potencial y los lanzadores también se adaptan a dichos cambios. El hitting coach Rick Eckstein seguramente se mantendrá en dicha tendencia, sea por intuición propia, o bien a instancias de Cherington, quien busca maximizar el potencial de la franquicia en cada posible resquicio. No hay duda de que a Marín también se le encargará combatir los avances de los bateadores rivales, sumergiéndose en la analítica avanzada. Sin embargo, en mi opinión, los Pirates volverán al modo Moneyball a espaldas del avance ofensivo.
El otro tipo de revolución que citaba anteriormente, toma partida detrás del escenario, tras las puertas cerradas del despacho de Cherington, siempre flanqueadas por sus lugartenientes y confidentes de máxima confianza. Aquí es donde esta ciencia loca del béisbol debería comenzar a dar efecto, ofreciendo a los Pirates distintos intentos por implementar una estrategia ganadora consistente, la cual permita al equipo competir durante años.
¿Espantoso? Por supuesto, porque probablemente estás pensando en los comentarios discordantes de Huntington sobre construir un equipo “consistente” y “sostenible” en Pittsburgh. Entiendo el miedo y la preocupación, pero Cherington no es así.
El antiguo General Manager de los Red Sox está construyendo los comienzos de un tipo de organización mecanizada, pues su objetivo es construir un roster ganador de Grandes Ligas, capaz de competir por las Series Mundiales de forma continua, inyectando olas de talento consistentemente en las menores. Por eso mismo, en lugar de seguir el modelo de Huntington, el cual defendía construir un equipo de .500 y tratar de obtener un lugar en playoffs, así como una carrera epopéyica hacia el título, Cherington busca construir un equipo de alta gama para lucir en el PNC Park, alimentado continuamente por jóvenes jugadores talentosos que provengan de las Menores. Cuando los jugadores de Grandes Ligas envejezcan, su remplazo estará esperando. Por ello, cuando la lista de Grandes Ligas carezca de talento específico en una posición específica, se puede intercambiar talento por fortaleza en las Menores.
Los jugadores indispensables firmarán a más largo plazo y más temprano en sus carreras, siempre que se consideren decisivos para el éxito del equipo. Contrariamente, aquellos con precios inflados o agentes tercos (¡Gracias Scott!) serán despedidos poniendo la confianza en sus jóvenes reemplazos.
Este tipo de sistema cíclico, teóricamente, reduciría la necesidad de años de auge y caída, así como de la opción de ser contendientes por poco tiempo. La ejecución casi perfecta puede dar el resultado de obtener oportunidades competitivas durante un mayor tiempo, más extensas que las de algunos mercados pequeños que han sido exitosos en los últimos años, como Kansas City, Oakland, o incluso, en cierta medida, Milwaukee y Tampa. Pero ahí está el truco, debe de haber una ejecución casi perfecta, y este plan solo funciona en un modelo hipotético, por el momento.
Quizás Cherington es un científico loco. Tal vez él es la respuesta. Quizás sea un busto. Quizás sea un lunático. Pero los Pirates necesitan volver a la vanguardia de la naturaleza revolucionaria del béisbol, y el puede llevarlos hasta allí.